Una práctica silenciosa
En mi sueño aparece el interés por la divulgación de esta práctica silenciosa y que algunas tradiciones bien antiguas nombran también como Conocimiento Silencioso. Una práctica que luego de mas de 2500 años ha sido recibida por el sistema y rebautizada como la Revolución del Mindfulness.
Prestar atención a lo que sucede en el momento presente; las sensaciones, los pensamientos, las emociones, los sonidos, las tensiones, las imágenes, los recuerdos, tanto más.
En fin, todo lo que ocurre aquí y ahora, observado con una calidad de atención que no enjuicia ni critica, que tan solo atestigua aquello que percibe desde un lugar neutral, imparcial.
Así es el corazón de esta práctica silenciosa!!!!!!
Una práctica que tiene que ver con la idea de parar el mundo.
Algunas investigaciones aseguran que los seres humanos producimos algo así como unos 80.000 pensamientos por día y que el 80% de ellos se repiten al día siguiente. Te podrías preguntar si habría algún beneficio en saber cuales son esos pensamientos? Tendría algún sentido? También sabemos que el hombre genera más información en 2 horas, sí en 2 horas, que la acumulada en toda la historia de la humanidad hasta el año 2003. Cómo?
Y toda esta información es procesada por el mismo equipo, nuestro mismo cuerpo, nuestro mismo cerebro.
Más que nunca, la necesidad de parar, de detenerse a observar que sucede en medio de tantos cambios vertiginosos, es una necesidad de supervivencia.
Básicamente, los seres humanos somos seres perceptores. Percibimos. Y más que nunca, esta capacidad natural de percibir está siendo condicionada por kilos y kilos de información dura que a cada instante nos está invitando a elegir casi entre la vida y la muerte en cuestión de segundos.
La Revolución del Mindfulness aparece como antídoto natural y esencial para enfrentar toda esta crisis de superabundancia de información.
Mindfulness es atención plena al momento presente. Mindfulness es conciencia plena ante lo inevitable del cambio. Mindfulness es presencia mental ante el caos de efectos especiales que produce nuestra sociedad post moderna.
Sin embargo, detenerse no es tan sencillo. Para muchas personas pensar en parar por 20 minutos suena como algo imposible. Permanecer en quietud y en silencio parecería ser un hecho alcanzable sólo en nuestra imaginación.
Y es precisamente de esto lo que se trata la experiencia de Mindfulness. Parar y observar que sucede cuando paramos. Se trata de permitir. De soltar nuestra ideas de que este momento debería ser de determinada manera, de mirar nuestros hábitos de funcionamiento de una manera deliberadamente desapegada. Sin intervenir, sin modificar nada, como simples testigos de toda la actividad presente. O como me gusta decir, como testigos privilegiados de todo lo que ocurre y de todo lo que quiere ocurrir también; nuestros impulsos, nuestros patrones de funcionamiento habituales, nuestros estilos y maneras de estar en el mundo.
Y para qué quiero hacer todo esto? Para qué habría de querer parar?
Porque quiero conocer acerca de mí. Porque quiero aprender acerca de qué es lo que hago y de cómo hago lo que hago. Porque quiero saber qué de todo eso que hago puede estar provocando un sufrimiento innecesario en mi vida. Y cambiar. Porque las personas podemos cambiar.
Y porque este momento de la humanidad, tal vez como nunca, nos está pidiendo que nos detengamos a mirar qué está ocurriendo. En calma. En quietud. En silencio.
Estar verdadera y completamente presente aún por el momento más breve, es estar vulnerables, porque hemos llegado al punto en el que el obstáculo que construye el miedo entre nosotros mismos y los otros se disuelve. Es aquí que el corazón deja de esconderse y la respuesta inherente llamada compasión aparece.
Sin pensar.
Gran parte de los conflictos humanos surgen de la manera en que entendemos el funcionamiento del mundo. Por eso el trabajo de afinar nuestra percepción es una tarea de supervivencia.
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