El Método Hakomi - Los principios
del libro EL METODO EXPERIENCIAL HAKOMI, Psicoterapia centrada en el cuerpo, de Ron Kurtz
El Método Hakomi se arraiga en un conjunto de principios que reflejan lo que se ha dado en llamar “cambio de paradigma”. El trabajo no es sino una inspirada expresión de esos principios. Nuestros métodos y técnicas, las relaciones que desarrollamos con nuestros clientes y con cada uno de nosotros, son expresiones de estos principios, a escala, por así decir, para que correspondan a cada tarea y momento del trabajo. Tratan de la holística, de la unidad y del universo participativo; se trata de relaciones ; se trata de la naturaleza de los seres vivientes y de sus diferencias con el mundo material y mecánico. Tratan de la realidad de la consciencia y su lugar en la terapia. Tratan de la efectividad de la no-violencia. Son el corazón del trabajo y el refugio de los terapeutas perdidos.
Mi más importante preocupación como maestro de Hakomi, es que mis estudiantes comprendan los principios y trabajen en base a ellos. Eso es lo que hace que su trabajo sea limpio y efectivo. Invito y aliento a mis estudiantes a que conviertan a los principios en un parte sólida de su naturaleza y del modo cómo trabajan, que permitan que los principios den información a cada aspecto de su proceso: aprendizaje, desarrollo personal y práctica terapéutica. Los principios son un mundo, y tienen tanta relación con nuestro crecimiento como seres humanos plenos como con el hacer terapia; tanta relación con la terapia como con el universo o cómo cocinar un pescadito o encontrarse con otra alma humana.
Los Principios son la parte más importante del conocimiento de la terapeuta. Cuando nos referimos a las terapeutas o a las estudiantes, lo hacemos pensando en personas que trabajan basándose en los principios. Trabajar con los principios significa incorporar los principios como base inconsciente de la manera como uno se acerca a la terapiay actuar continuamente desde esa actitud mental.
Cuando trabajo con personas, trabajo desde esa parte mía que conoce y vive en base a los principios. Se percibe como un estado alterado de conciencia.
Estar con los principios- que dicho sea de paso no implica ningún esfuerzo una vez que uno se rinde ante ellos – es prácticamente todo en nuestro trabajo. Los principios son parte de una actitud emocional que aprecia la libertad y vitalidad del otro, y nace de una consciencia que entusiastamente hace un seguimiento de todo lo que el otro expresa. Esa consciencia y esa actitud emocional so percibidas por las partes más profundas del otro, ganando la cooperación del inconsciente. Co ello el trabajo se hace infinitamente más sencillo. Carecer de principios escomo trabajar a ciegas.
La mayor parte de las personas que vienen a estudiar Hakomi lo hacen con un sentimiento de hermandad hacia el trabajo. Después de escuchar acerca del mismo o después de verlo, dicen “yo sabía que estaba trabajando bien”, “yo trabajo así”, “simplemente no tenía palabras para eso”, “se siente como algo conocido”. Están relacionándose mayormente con los principios. En realidad no conocen el método ni las técnicas, pero hay algo que les cae bien, algo que parece familiar. Es su apreciación de los principios en acción. Para estas personas, aprender el trabajo será fácil y agradable.
Estudiamos los principios en el entrenamiento, aprendiendo a incorporar cada uno de ellos como parte de nuestro trabajo. Los usamos y practicamos y finalmente, los transformamos en un aspecto fundamental de nuestras vidas. Estar con los principios nos libera para vivir confortable y creativamente.
A medida que los incorporamos, los usamos sin esfuerzo, sin necesitar pensamientos especiales. Nos podemos sentir confortables ya que lo que hagamos sólo será una ayuda y no hará daño. Ese sentimiento nos da la libertad para ser más creativos. La terapia no es simplemente un trabajo. Esta idea no dice nada acerca de la terapeuta como instrumento, como artista o como sanadora. La terapia es curación. El conocimiento de los principios nos arraiga en muchas tradiciones poderosas y libera nuestro potencial para ser útiles a los demás.
La ciencia no es completa, especialmente en el dominio de la mente. La psicoterapia confinada a una imagen de sí misma como quehacer científico también es incompleta. Nuestra terapia no es simplemente método y técnica. En el corazón de todo está el espíritu del trabajo.
1- Principio de Organicidad – Sistemas vivientes
La psicoterapia es curación y la curación sólo ocurre en seres vivientes. Sólo los sistemas vivientes se curan a sí mismos. La curación es un acto de re-creación de sí mismo. Un ser no puede curar a otro. La curación sólo ocurre a seres vivientes. El médico ayuda pero no cura. Tiene que esperar y ver si se ha curado su paciente. Sólo puede ayudar u obstaculizar su curación. El principio de organicidad pone la curación y el control en manos de la persona y de la relación persona-terapeuta. El crecimiento de la persona y su desplegarse, sus respuestas y resoluciones, sus terminaciones y nuevas direcciones, están todas en su interior. La terapeuta está allí para ayudar a manejar el proceso que atraviesa la persona para llegar a ese punto y lograrlo.
Cuando uno asume el principio de la organicidad, uno busca y sigue los procesos naturales. Uno no impone una estructura ni una agenda a los procesos, sino más bien busca las fuentes del movimiento y del crecimiento para apoyarlos. Es tan simple como dejar que la persona tenga el tiempo, luego de cada interacción, para hacer su próximo movimiento, seguir sus propios intereses y dirección, en lugar de preguntar, por ejemplo algo que me interesa a mí. Al reconocer que los sistemas orgánicos tienen sus propios caminos y propósitos y que resistirán a los intentos de forzarlos a ir en direcciones que no quieren tomar, hemos encontrado una manera de ir con las defensas y apoyar el crecimiento en lugar de obstaculizarlo. El hacerse cargo es la técnica, pero la actitud de aceptación de la dirección propia del otro es lo que establece el escenario.
En general, el principio de organicidad afirma nuestro respeto a la vida y nuestra fé en la capacidad autocurativa del individuo. Crea una atmósfera de libertad, auto-determinación y responsabilidad para la persona y permite a la terapeuta actuar y sentirse más como sanadora que como mecánica. También trabaja mano a mano con los dos siguientes principios: Mindfulness (atención plena), que reemplaza el esfuerzo físico como fuente de cambio, y la No-violencia que llama “copartícipe” al otro.
2- Principio de Mindfulness – Camino a la consciencia
Mindfulness es, a la vez, un principio y un estado de conciencia. Como principio es parte de las tradiciones meditativas y contemplativas. Mindfulness comienza por elegir el saborear al hacer, el darse cuenta cómo uno es tocado y movido en la consciencia, como uno organiza su experiencia. Mindfulness es parte de una tradición que reconoce la realidad de la consciencia, sea esta tanto o más real que la materia. También reconoce la organicidad, la apertura y la sensibilidad y permite que la sabiduría interna del otro engendre el cambio a través de la percepción en lugar del esfuerzo.
La manera como usamos Mindfulness en Hakomi puede denominarse meditación asistida. En la terapia el mayor resultado emerge del permitirse estar con la experiencia más tiempo, antes de seguirla “inmediatamente con reacciones emocionales, discernimientos, reflexiones y acciones intencionadas”. Se trata de permitirse permanecer un poco más con la experiencia, recogiendo información y permitiendo que las cosas ocurran por sí solas. Los sistemas vivientes altamente complejos como nosotros los humanos, organizan sus percepciones y acciones alrededor de imágenes y creencias (ideas) centrales o nucleares. Uno de los principales objetivos del proceso terapéutico es traer a la consciencia este material organizador, estudiarlo y entenderlo. Mindfulness, en tanto estado de conciencia, es la herramienta que utilizamos para llevar adelante esa tarea.
El camino hacia Mindfulness es la atención centrada en el momento presente. Mindfulness es “intencionalmente pasiva”. Deliberadamente decidimos observar la experiencia presente sin interferir en ella. En esta actitud receptiva, si la adoptamos por sólo unos momentos por vez, podemos lograr una visión interior muy enriquecedora.
3- No-Violencia - Reverencia a la vida
La no-violencia es un reconocimiento práctico de la organicidad. Es la política de ir con la fibra, de quedarse con lo natural, porque eso es lo que funciona. Si uno va contra la fibra, si uno usa la fuerza contra un ser viviente, invita resistencias. En el Taoísmo existe el principio del Mutuo Surgimiento. Se refiere a que los opuestos son necesarios. Por ejemplo, el momento en que naciste, tu muerte se hizo posible. O, sigue comiendo ese maní salado y pedirás otra cerveza. En la terapia es lo siguiente: si usas violencia, encontrarás resistencia.
Cuando uno cree saber lo que es mejor para el otro, eso es violencia. Es lo opuesto a la organicidad. Si una terapeuta formula preguntas para obtener más información para sí misma, muchas veces interrumpiendo a la persona, eso es violencia. Violencia en la terapia es el no aceptar a la persona como la totalidad que ella es, una persona con su propia historia, sus propias ideas, imágenes, necesidades, capacidades, deseos, cadencias. Violencia es estar demasiado atrapado en uno mismo y en la agenda propia para llegar a ser realmente curativo para el otro.
La no-violencia nace de una actitud de aceptación y de atención activa al modo natural en el que se desenvuelven los eventos. Trabaja mano a mano con Mindfulness que nos ayuda a comprender sin interferir. Toma mucho tiempo para aprender. Es por supuesto un credo básico tanto para el budismo como para el cristianismo, ambas corrientes de pensamiento de largas tradiciones y que han dejado muchas cosas escritas.
En la terapia vemos cómo opera la no-violencia, de muchas maneras; una de ellas es nuestro trabajo con lo que llamamos “defensas”. Prefiero considerarlas como “el modo de manejar la experiencia”. El estilo de manejo del que hace uso la persona, después de todo, representa los mejores esfuerzos que hace él o ella para manejar el dolor y el miedo real en muchas situaciones; este estilo es una parte vieja y valiosa de las herramientas que tiene para manejar su mundo. Nuestro apoyo a ese modo de manejar sus cosas, demuestra un profundo respeto por la totalidad de la persona.
Otra forma en que opera la no-violencia es poniendo énfasis en la experiencia en lugar de ponerlo en los consejos e interpretaciones. No estamos para resolver problemas ni para decirle a las personas quién es. Nuestra responsabilidad consiste en ayudar a que la persona logre alcanzar ciertas experiencias claves, experiencias que no ha tenido antes, experiencias que le enseñan lo que es posible para él o ella. Al ganar la colaboración del inconsciente y siguiendo el ritmo y proceso de la persona, creamos una situación en que las experiencias, que deben y quieren manifestarse, ocurran de manera natural. Cuando nos limitamos a dar soporte, la persona hace el trabajo que tiene que hacer; si siente que ha sido su logro es señal de nuestro éxito.
4- Integración Cuerpo-Mente
La mente y el cuerpo se influyen entre sí. Interactúan. En la terapia tratamos de trabajar constantemente en la interfase “cuerpo-mente”. Trabajamos con la interacción entre la creencia y la experiencia, imagen y emoción. A veces trabajamos focalizando nuestra atención sobre la experiencia corporal y buscamos identificar los significados o creencias. A veces poniendo énfasis en las creencias o significados y estudiamos las experiencias evocadas. Alternamos una dirección con la otra, cruzando constantemente y permaneciendo tan cerca como sea posible en la interfase “cuerpo-mente”.
5- Unidad – Universo Participativo
La unidad tiene que ver con la pertenencia, con el ser parte de; tiene que ver con el escuchar y ser escuchado. La Eutonía, el Método Feldenkrais, la osteopatía, la acupuntura y la terapia gestalt son buenos ejemplos. Sea que hablemos de personas que constituyen una familia, de músculos que se unen para crear movimientos, de órganos que se armonizan para crear un cuerpo saludable, o pensamientos, ideas, impulsos, planes, sentimientos y memorias que se unen para crear un yo único, todos estos sistemas nos hablan de unidad e integración. Para estudiar estos sistemas exploramos el modo como permiten y apoyan la comunicación entre las partes y, a la inversa, cómo colapsan, sufren y mueren en la medida en que la comunicación se quiebra y se detiene.
La tradición religiosa oriental sostiene que la unidad es real y que la noción de que seríamos entidades separadas es una ilusión. La ilusión primaria y más destructiva es la falsa distinción entre el sí mismo y el otro. Se trata de que uno percibe y vive una separación básica. Esa es la mentira primaria.
Los terapeutas trabajan para que las partes se comuniquen, trátese de miembros de una familia, el cuerpo y la mente o partes de la mente. Ayudar a alguien , induciendo a esas partes a que salgan de sus escondites, ayudándolas a que hablen de una manera abierta y directa, es un arte lleno de destreza muy especiales. Cuando el diálogo tiene lugar en un contexto de seguridad e interés mutuo, como ocurre en las relaciones curativas, las posibilidades de la integración son mucho mayores.
Y el impulso a la unidad es la fuerza curativa. El proceso de comunicación organiza las partes en un todo. Esa es la curación.
El principio de unidad afirma que el universo es fundamentalmente una red de relaciones en la que todos los aspectos y componentes son inseparables del conjunto y no existen aisladamente. Al llamar nuestra atención sobre algunos aspectos de nosotros mismos y de otros que están aislados y en conflicto, estamos abrazando la unidad. Cuando nuestro camino es la aceptación y la curiosidad; cuando nuestro objetivo es unir todos los aspectos de la persona: mente/mente, mente/cuerpo, yo/universo; cuando sabemos que como parte de nuestro ser estamos conectados el uno con el otro y a este mundo, estamos abrazando la unidad. Ese conocimiento es el poder curativo de este trabajo.
Mi más importante preocupación como maestro de Hakomi, es que mis estudiantes comprendan los principios y trabajen en base a ellos. Eso es lo que hace que su trabajo sea limpio y efectivo. Invito y aliento a mis estudiantes a que conviertan a los principios en un parte sólida de su naturaleza y del modo cómo trabajan, que permitan que los principios den información a cada aspecto de su proceso: aprendizaje, desarrollo personal y práctica terapéutica. Los principios son un mundo, y tienen tanta relación con nuestro crecimiento como seres humanos plenos como con el hacer terapia; tanta relación con la terapia como con el universo o cómo cocinar un pescadito o encontrarse con otra alma humana.
Los Principios son la parte más importante del conocimiento de la terapeuta. Cuando nos referimos a las terapeutas o a las estudiantes, lo hacemos pensando en personas que trabajan basándose en los principios. Trabajar con los principios significa incorporar los principios como base inconsciente de la manera como uno se acerca a la terapiay actuar continuamente desde esa actitud mental.
Cuando trabajo con personas, trabajo desde esa parte mía que conoce y vive en base a los principios. Se percibe como un estado alterado de conciencia.
Estar con los principios- que dicho sea de paso no implica ningún esfuerzo una vez que uno se rinde ante ellos – es prácticamente todo en nuestro trabajo. Los principios son parte de una actitud emocional que aprecia la libertad y vitalidad del otro, y nace de una consciencia que entusiastamente hace un seguimiento de todo lo que el otro expresa. Esa consciencia y esa actitud emocional so percibidas por las partes más profundas del otro, ganando la cooperación del inconsciente. Co ello el trabajo se hace infinitamente más sencillo. Carecer de principios escomo trabajar a ciegas.
La mayor parte de las personas que vienen a estudiar Hakomi lo hacen con un sentimiento de hermandad hacia el trabajo. Después de escuchar acerca del mismo o después de verlo, dicen “yo sabía que estaba trabajando bien”, “yo trabajo así”, “simplemente no tenía palabras para eso”, “se siente como algo conocido”. Están relacionándose mayormente con los principios. En realidad no conocen el método ni las técnicas, pero hay algo que les cae bien, algo que parece familiar. Es su apreciación de los principios en acción. Para estas personas, aprender el trabajo será fácil y agradable.
Estudiamos los principios en el entrenamiento, aprendiendo a incorporar cada uno de ellos como parte de nuestro trabajo. Los usamos y practicamos y finalmente, los transformamos en un aspecto fundamental de nuestras vidas. Estar con los principios nos libera para vivir confortable y creativamente.
A medida que los incorporamos, los usamos sin esfuerzo, sin necesitar pensamientos especiales. Nos podemos sentir confortables ya que lo que hagamos sólo será una ayuda y no hará daño. Ese sentimiento nos da la libertad para ser más creativos. La terapia no es simplemente un trabajo. Esta idea no dice nada acerca de la terapeuta como instrumento, como artista o como sanadora. La terapia es curación. El conocimiento de los principios nos arraiga en muchas tradiciones poderosas y libera nuestro potencial para ser útiles a los demás.
La ciencia no es completa, especialmente en el dominio de la mente. La psicoterapia confinada a una imagen de sí misma como quehacer científico también es incompleta. Nuestra terapia no es simplemente método y técnica. En el corazón de todo está el espíritu del trabajo.
1- Principio de Organicidad – Sistemas vivientes
La psicoterapia es curación y la curación sólo ocurre en seres vivientes. Sólo los sistemas vivientes se curan a sí mismos. La curación es un acto de re-creación de sí mismo. Un ser no puede curar a otro. La curación sólo ocurre a seres vivientes. El médico ayuda pero no cura. Tiene que esperar y ver si se ha curado su paciente. Sólo puede ayudar u obstaculizar su curación. El principio de organicidad pone la curación y el control en manos de la persona y de la relación persona-terapeuta. El crecimiento de la persona y su desplegarse, sus respuestas y resoluciones, sus terminaciones y nuevas direcciones, están todas en su interior. La terapeuta está allí para ayudar a manejar el proceso que atraviesa la persona para llegar a ese punto y lograrlo.
Cuando uno asume el principio de la organicidad, uno busca y sigue los procesos naturales. Uno no impone una estructura ni una agenda a los procesos, sino más bien busca las fuentes del movimiento y del crecimiento para apoyarlos. Es tan simple como dejar que la persona tenga el tiempo, luego de cada interacción, para hacer su próximo movimiento, seguir sus propios intereses y dirección, en lugar de preguntar, por ejemplo algo que me interesa a mí. Al reconocer que los sistemas orgánicos tienen sus propios caminos y propósitos y que resistirán a los intentos de forzarlos a ir en direcciones que no quieren tomar, hemos encontrado una manera de ir con las defensas y apoyar el crecimiento en lugar de obstaculizarlo. El hacerse cargo es la técnica, pero la actitud de aceptación de la dirección propia del otro es lo que establece el escenario.
En general, el principio de organicidad afirma nuestro respeto a la vida y nuestra fé en la capacidad autocurativa del individuo. Crea una atmósfera de libertad, auto-determinación y responsabilidad para la persona y permite a la terapeuta actuar y sentirse más como sanadora que como mecánica. También trabaja mano a mano con los dos siguientes principios: Mindfulness (atención plena), que reemplaza el esfuerzo físico como fuente de cambio, y la No-violencia que llama “copartícipe” al otro.
2- Principio de Mindfulness – Camino a la consciencia
Mindfulness es, a la vez, un principio y un estado de conciencia. Como principio es parte de las tradiciones meditativas y contemplativas. Mindfulness comienza por elegir el saborear al hacer, el darse cuenta cómo uno es tocado y movido en la consciencia, como uno organiza su experiencia. Mindfulness es parte de una tradición que reconoce la realidad de la consciencia, sea esta tanto o más real que la materia. También reconoce la organicidad, la apertura y la sensibilidad y permite que la sabiduría interna del otro engendre el cambio a través de la percepción en lugar del esfuerzo.
La manera como usamos Mindfulness en Hakomi puede denominarse meditación asistida. En la terapia el mayor resultado emerge del permitirse estar con la experiencia más tiempo, antes de seguirla “inmediatamente con reacciones emocionales, discernimientos, reflexiones y acciones intencionadas”. Se trata de permitirse permanecer un poco más con la experiencia, recogiendo información y permitiendo que las cosas ocurran por sí solas. Los sistemas vivientes altamente complejos como nosotros los humanos, organizan sus percepciones y acciones alrededor de imágenes y creencias (ideas) centrales o nucleares. Uno de los principales objetivos del proceso terapéutico es traer a la consciencia este material organizador, estudiarlo y entenderlo. Mindfulness, en tanto estado de conciencia, es la herramienta que utilizamos para llevar adelante esa tarea.
El camino hacia Mindfulness es la atención centrada en el momento presente. Mindfulness es “intencionalmente pasiva”. Deliberadamente decidimos observar la experiencia presente sin interferir en ella. En esta actitud receptiva, si la adoptamos por sólo unos momentos por vez, podemos lograr una visión interior muy enriquecedora.
3- No-Violencia - Reverencia a la vida
La no-violencia es un reconocimiento práctico de la organicidad. Es la política de ir con la fibra, de quedarse con lo natural, porque eso es lo que funciona. Si uno va contra la fibra, si uno usa la fuerza contra un ser viviente, invita resistencias. En el Taoísmo existe el principio del Mutuo Surgimiento. Se refiere a que los opuestos son necesarios. Por ejemplo, el momento en que naciste, tu muerte se hizo posible. O, sigue comiendo ese maní salado y pedirás otra cerveza. En la terapia es lo siguiente: si usas violencia, encontrarás resistencia.
Cuando uno cree saber lo que es mejor para el otro, eso es violencia. Es lo opuesto a la organicidad. Si una terapeuta formula preguntas para obtener más información para sí misma, muchas veces interrumpiendo a la persona, eso es violencia. Violencia en la terapia es el no aceptar a la persona como la totalidad que ella es, una persona con su propia historia, sus propias ideas, imágenes, necesidades, capacidades, deseos, cadencias. Violencia es estar demasiado atrapado en uno mismo y en la agenda propia para llegar a ser realmente curativo para el otro.
La no-violencia nace de una actitud de aceptación y de atención activa al modo natural en el que se desenvuelven los eventos. Trabaja mano a mano con Mindfulness que nos ayuda a comprender sin interferir. Toma mucho tiempo para aprender. Es por supuesto un credo básico tanto para el budismo como para el cristianismo, ambas corrientes de pensamiento de largas tradiciones y que han dejado muchas cosas escritas.
En la terapia vemos cómo opera la no-violencia, de muchas maneras; una de ellas es nuestro trabajo con lo que llamamos “defensas”. Prefiero considerarlas como “el modo de manejar la experiencia”. El estilo de manejo del que hace uso la persona, después de todo, representa los mejores esfuerzos que hace él o ella para manejar el dolor y el miedo real en muchas situaciones; este estilo es una parte vieja y valiosa de las herramientas que tiene para manejar su mundo. Nuestro apoyo a ese modo de manejar sus cosas, demuestra un profundo respeto por la totalidad de la persona.
Otra forma en que opera la no-violencia es poniendo énfasis en la experiencia en lugar de ponerlo en los consejos e interpretaciones. No estamos para resolver problemas ni para decirle a las personas quién es. Nuestra responsabilidad consiste en ayudar a que la persona logre alcanzar ciertas experiencias claves, experiencias que no ha tenido antes, experiencias que le enseñan lo que es posible para él o ella. Al ganar la colaboración del inconsciente y siguiendo el ritmo y proceso de la persona, creamos una situación en que las experiencias, que deben y quieren manifestarse, ocurran de manera natural. Cuando nos limitamos a dar soporte, la persona hace el trabajo que tiene que hacer; si siente que ha sido su logro es señal de nuestro éxito.
4- Integración Cuerpo-Mente
La mente y el cuerpo se influyen entre sí. Interactúan. En la terapia tratamos de trabajar constantemente en la interfase “cuerpo-mente”. Trabajamos con la interacción entre la creencia y la experiencia, imagen y emoción. A veces trabajamos focalizando nuestra atención sobre la experiencia corporal y buscamos identificar los significados o creencias. A veces poniendo énfasis en las creencias o significados y estudiamos las experiencias evocadas. Alternamos una dirección con la otra, cruzando constantemente y permaneciendo tan cerca como sea posible en la interfase “cuerpo-mente”.
5- Unidad – Universo Participativo
La unidad tiene que ver con la pertenencia, con el ser parte de; tiene que ver con el escuchar y ser escuchado. La Eutonía, el Método Feldenkrais, la osteopatía, la acupuntura y la terapia gestalt son buenos ejemplos. Sea que hablemos de personas que constituyen una familia, de músculos que se unen para crear movimientos, de órganos que se armonizan para crear un cuerpo saludable, o pensamientos, ideas, impulsos, planes, sentimientos y memorias que se unen para crear un yo único, todos estos sistemas nos hablan de unidad e integración. Para estudiar estos sistemas exploramos el modo como permiten y apoyan la comunicación entre las partes y, a la inversa, cómo colapsan, sufren y mueren en la medida en que la comunicación se quiebra y se detiene.
La tradición religiosa oriental sostiene que la unidad es real y que la noción de que seríamos entidades separadas es una ilusión. La ilusión primaria y más destructiva es la falsa distinción entre el sí mismo y el otro. Se trata de que uno percibe y vive una separación básica. Esa es la mentira primaria.
Los terapeutas trabajan para que las partes se comuniquen, trátese de miembros de una familia, el cuerpo y la mente o partes de la mente. Ayudar a alguien , induciendo a esas partes a que salgan de sus escondites, ayudándolas a que hablen de una manera abierta y directa, es un arte lleno de destreza muy especiales. Cuando el diálogo tiene lugar en un contexto de seguridad e interés mutuo, como ocurre en las relaciones curativas, las posibilidades de la integración son mucho mayores.
Y el impulso a la unidad es la fuerza curativa. El proceso de comunicación organiza las partes en un todo. Esa es la curación.
El principio de unidad afirma que el universo es fundamentalmente una red de relaciones en la que todos los aspectos y componentes son inseparables del conjunto y no existen aisladamente. Al llamar nuestra atención sobre algunos aspectos de nosotros mismos y de otros que están aislados y en conflicto, estamos abrazando la unidad. Cuando nuestro camino es la aceptación y la curiosidad; cuando nuestro objetivo es unir todos los aspectos de la persona: mente/mente, mente/cuerpo, yo/universo; cuando sabemos que como parte de nuestro ser estamos conectados el uno con el otro y a este mundo, estamos abrazando la unidad. Ese conocimiento es el poder curativo de este trabajo.
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